Pablo Calvo nació en 1968, cuando los Matadores embellecieron el fútbol
y salieron campeones invictos. Conoció el Gasómetro y cree que el alma
del estadio sigue allí. Acompañó al equipo en la B, estuvo en la
caravana de resurrección a Rosario, en 1995, y no se perdió ninguna
consagración santa. Como cada hincha, hace locuras por el Ciclón: subió
a la punta del Obelisco para asomar una bufanda azulgrana, llevó la
camiseta a los confines de la Tierra y la usó incluso el día de su
casamiento, debajo del traje.
Fue uno de los cuatrocientos voluntarios que, en 2013, pintaron la
popular del Nuevo Gasómetro. Trabaja en el diario Clarín desde hace
veinte años y es profesor de la Maestría de Periodismo de la Universidad
de San Andrés. Cubrió a San Lorenzo para la agencia DyN, entre 1990 y
1991, y colaboró con el libro Santo Ciclón, en homenaje a los campeones
de 2007. Es autor de La muerte de Favaloro (Sudamericana) y Los mendigos
y el tirano (Aguilar). Le regaló la camiseta de la